miércoles, 6 de julio de 2011

Cuando estás acostumbrado a llegar tarde a todas partes, llegar muy temprano a algún lado es, de mínima, incómodo. Anoche, por ejemplo, estuve 10 minutos esperando a que llegue la persona con la que iba cenar. Minutos suficientes para ir y venir 4 veces, comprarme un libro y anotar 3 películas que quiero ver. Todo por no saber qué hacer. Igual hace falta aclarar que no me pasa muy seguido: de hecho, siempre llego tarde, quizás para evitarme esos minutos molestos.
Hoy crucé la estación y me di cuenta que estaba llegando una hora temprano. Después de considerarlo durante mucho tiempo (el frío y el sueño se combinan haciendo que la realidad sea excesivamente más veloz y concreta que lo que puedo captar con todo mi cuerpo), opté por entrar en el bar de la estación. Ahí iba a estar protegido del viento, podía tomar algo caliente sin posibilidad de gastar en exceso, un café con tres medialunas y ya, leer algún diario, algún libro de los que están tirados en la mochila, mirar la pared, la mancha de esa pared que tiene forma de... tiene forma de algo, seguro, pero no me acuerdo qué. Por ahora va a ser forma de nube. Una nube con forma de provincia, alguna provincia de alguna parte del mundo tiene que tener esa forma. Y de última, será cuestión de crearla.
Eso, sí, crear. Re-crear. Tomar la historia para seguir creándola. Supongo que siempre estamos haciendo historia, pero ayer se respiraba. Una historia muy chica, tan chica como la la vista en un mapa número tres de la provincia parecida a la nube que se parece a la mancha. Pero que hace a un pedazo de nuestra identidad. Ese pedazo puede variar, ser más grande, más chico, pero influye de alguna manera en lo que somos, qué hacemos, qué sentimos ante algunas de las esferas de la realidad.
Y si no, preguntales a los que viven esa mancha, en esa provincia, en ese puntito del mapa, en esa nube que ya acabamos de inventar. O sino al mozo que ya me trajo la cuenta y sonríe a ver la cantidad de cosas que tengo desparramadas en la mesa sin tocar (cosas, no comida, de eso no hay nada). O al reloj, principal fuente de sentido en mi vida actualemente: hago cosas porque el reloj me dice qué tengo que hacer. Son las 9, y aunque hace frío, camino feliz de haber resuelto con una rapidez soñolienta qué hacer con esa hora de espera: nada.

sábado, 4 de junio de 2011

El silencio siempre fue nuestra forma comunicación. Sí, ese silencio, esa nada que era enmarcada de vez en cuando por algunas palabras, que en realidad no hacían más que ratificar el silencio en el cual nos movíamos y eramos uno. Acompañado por el ruido de una cuchara tocando el borde del frasco de dulce de leche. O el susurro de la bolsa de plástico que tenía las almendras. También por algunos colectivos que cortaban el aire frío de la ciudad. Pero nunca dejaba de ser silencio, el silencio como música, como una nota más entre otras que no hace más que aseverar la copresencia.
El vínculo siempre fue más allá. Sin embargo, nunca dejó de ser más que el vacío que nos unía. Las frases nos sobraban de todos lados, eran ínfimas al lado de los momentos que compartíamos, cuya solemnidad era representada por nuestra falta de conversación, que por otro lado era innecesaria. Realmente, nunca hubo algo muy importante para decirnos. Simplemente, eran cosas para compartir, y no hace falta hablar para eso. Compartir con vos siempre fue caminar. Estar al lado del mientras escuchábamos ese silencio real que podía estar representado por la nada, por un relato de un partido de fútbol o por el viento frío que matizabas con un chocolate mágico.
Todos esos momentos nos envolvían. Eran más que nosotros dos por separado, nos juntaba y nos transformaba en una esfera cerrada. Nosostros dos y el silencio inevitablemente conformaban un momento para compartir; era tan difícil entrar como salir, aunque nunca hubiera intenciones de ninguna de las dos acciones.
Pero ahora las cosas son diferentes. Esferas de momentos (muchos más grandes, mucho más terribles) me superaron y me dejaron afuera suyo. Son mucho más que yo, no pude penetrar en ellas. Suena complicado pero es simple: las cosas me sobrepasaron por todos lados.
Y eso que nos unía, hoy me deja afuera por abrumación. Sí, vos estás afuera, también, pero por otros motivos: tenés otra forma de encararlos.  Siempre rescaté tu capacidad de abrir los brazos y hacer frente a cualquier cosa que viniera. Y lo mejor, es que hacés todo esto cagándote de risa.
No me queda otra que seguirte. Salir de atrás tuyo y ponerme otra vez al costado. Para volver a compartir, para volver a comer chocolate y que lo único preocupante vuelva a ser el frío que acompaña al silencio.

viernes, 6 de mayo de 2011

-Sí, qué se yo. Bah, no, sí, sí, estoy bien.
Igual te diste cuenta ya, imagino. Me costó afirmarlo. Todo me cuesta últimamente. Le pongo mucha onda, eh. Pero me cuesta un huevo. Intento hacer todo lo que tengo ganas de hacer, pero todo cuesta el doble. Pero estoy bien.
Sí, es necesario recordarmelo a cada momento: estoybienestoybienestoybien mientras esquivo las líneas de cemento que unen las baldosas, misión imposible si calzás 45. Mejor es jugar al fútbol con algo que esté dando vueltas por ahí, eludir a dos rivales que por imaginarios no son menos difíciles de superar, e intentar definir al lado de un palo, que por suerte se mueve en nuestra cabeza y se ajusta a la realidad (no así la vecina, que se queja del piedrazo). Pero la coyuntura sociohistórica me recuerda que de chico lo único que hice fue atajar. Qué mierda sé de la pelota en los pies, que mucho que me sirven para caminar y trasladarme por los lugares que hoy conforman mi vida, que cada vez sospecho más que no la elegí yo, simplemente, yo tiré una puntaene la forma en que la quería organizar y dar prioridades a sus componentes.
Esto úlitmo no sólo no se entendió mucho: te das cuenta fácil que no estoy tan bien como afirmo mientras pelotudeo cuando camino encorvado por la mochila y la poca voluntad de movilidad (aka paja) que tengo. Pero ya fue, volvemos a lo mismo, qué se yo. No voy a quedarme pensando cómo mierda estoy. Me gustan algunas cosas que estoy haciendo, me gustaría hacerlas más seguido y con más ganas, pero no me termino de ubicar. Ya pasará
Con respecto a lo otro. Lo otro, sí, le da un toque de misterio que en realidad disminuye la realidad. Pero vos sabés lo que es vivir con cosas no resueltas. A mí, por lo menos, me divierte no saber algo que me pasa. A veces no quiero entenderme, aflojar con el positivismo psicológico pedorro. Me gusta no pensar pero sentir que estoy haciendo algunas cosas bien.

-Sí, Gato, y además te vas a la B

-...

-Claro. Si te da paja moverte, te van a cagar a goles


Después de leer esta mini devolución realizada después del descargo del Gato Sessa, el mismo perdió la titularidad. Y yo, como compañero gremial, lo entiendo un poco más. Y a la vez, no me quiero entender.

martes, 15 de marzo de 2011

Las elecciones en Catamarca dejaron un par de cosas interesantes. No mucho, porque durante el año puede pasar cualquier cosa y porque los votos emitidos ahí son un poco menos del 1% del padrón nacional; pero algo se puede sacar. Desde el 2009, el Kirchnerismo no paró de crecer. En ese año, el Frente Cívico y Social le había sacado aproximadamente 10% de diferencia en elecciones de diputados y senadores. Este partido casi no bajó en votantes: fue el FPV el que creció. A costa de los votos en blanco, que disminuyeron en valores absolutos en un 50%, y de la influencia de otros partidos chicos. Entre estos, hay que destacar la pésima elección de Proyecto Sur: es muy difícil plantearse como una 3era opción con un 1.4%, 2.500 personas de las cuales 1700 fueron de Andalgalá, lugar donde ganó la intendencia. Eso sí, son más de los 712 votos que sacó en 2009. Pero dado que se trata de una provincia donde el tema de la minería (caballito de batallas de Pino) es más que relevante, el crecimiento de 1 punto porcentual deja mucho que desear.
Ahora bien, el avance K es bueno siempre que signifique una gobernación radical menos. Evidentemente, mejoraron en su gestión nacional estos últimos dos años, y tuvieron mayor reconocimiento y efectividad. Por otro lado, que se haya logrado a partir de alianzas con caudillos de una de las provincias con menor desarrollo del país, deja bastante que desear


Hay años que tienen que ser importantes. Uno lo siente, o más bien, se lo hacen sentir a uno. Quizás todo nace entre (demasiados) pan dulces y garrapiñadas, y sobrevive hasta marzoabril. Pero es una realidad, es muy difícil advertir cuando las cosas inventadas por uno (religión, ideologías, etc) empiezan a tener una influencia real, porque determinan nuestras acciones que sí son reales.
Lo divertido es que tenemos muchas opciones para hacer que los años sean importantes, recordables. Y lo más divertido es que muchas veces lo pienso como boludeces. Si voy vestido rosa a un cumpleaños, las fotos que saquen van a ser increíbles, y el año va a ser recordado como "el año en el que el boludo este usó el vestido rosa". Y eso alcanza, al menos en parte, para hacer un poco distinto al año. Intervenir para que no todo sea igual, con un poco de humor e ironía. Otras cosas no son boludeces, y no siempre quedan bien. A veces fuerzo la realidad, le meto ideas que no salen de ella, sino de mí, lo cual crea un desfasaje como mínimo incómodo. El famoso "Este es el año" es absurdo, porque no, porque hay que trabajar un poco más para que lo sea. Paciencia.


Parece que cada vez nos van a exigir un poco más. Antes era el vivo y directo. Tener capacidad de expresarse bien en forma oral era la clave de las relaciones sociales. Ahora eso no alcanza. Primero, hubo que desarrollar temas y tonos de voz para poder manejar el teléfono, que secciona de gestualidad y expresiones a la comunicación. Después, los distintos medios escritos de internet nos llevaron a mejorar nuestra capacidad expresiva en la pantalla. Es decir, mientras que limpió más aún de contexto a nuestras frases, a la vez se impuso como desafío y necesidad que nuestra escritura se desarrollara, sea cual sea nuestro objetivo. La apropiación de distintas formas de escribir, que están influenciadas por diferentes acciones tales como lecturas, contexto personal, etc., nos convierte a todos no sólo en escritores que destacan, sobre todo, la función poética del lenguaje, respetando (o no) las reglas de hortografía, usnd abrv cndo consideremos necesarios, reemplazando algunas letras x otras tantas, eligiendo el léxico adecuado...


Martes 15/03. 03:52 AM
Me despierto y no sé por qué. Supongo que tendré ganas de ir al baño, o bien algo está por pasar (siempre abro los ojos  antes de que algo pase, es mi sexto sentido). Me paro, por las dudas. Ah, sí, dolor de espalda me despertó. Bueno, me acuesto. No, no pasa, me duele. Y sí, si dormía acostado, cómo no me va a doler, la puta madre. Algo positivo: al menos no son las 7 ni me tengo que ir a bañar. Me encanta tener sueño y pensar en frases cortas.
¿Qué hago? Lloro. No, no sirve. Sí sirve, pero no ahora. Ah, diclofenac tengo por acá. Pero no agua. No me pienso mover, asi que a tragar. Ahora sí, conciencia tranquila, mucho sueño,  a acostarme, a dormir. Espalda, te odio. Igual, voy a ir hasta al pasillo. Mirá si pasaba algo afuera, y me desperté por eso. ¿Ya estoy dormido? Mejor bajo y busco el agua, tengo la pastilla en la garganta todavía.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Expectativas.

Se me juntaron dos sueños en uno. El primero tenía que ver con que volvía a mi casa, esta casa, después de haberme mudado a Bahía Blanca, y cuando entraba, no entendía nada, porque no era mi casa, aunque estuviera en la misma dirección. El otro, más que sueño es un miedo que tuve siempre, supongo que a causa de que a mi infancia la acompañó Elsa Bornemann: llegar a mi casa, entrar, y que no fuera mi familia la que vivía allí, sino otra, que no podía entender como mierda tenía la llave de la casa.
El que sintetizó ambos, empezó en casa, directamente. Me levanté y bajé. En seguida, me sonrió un señor bajo y sonriente que me quiso saludar. No sé por qué esperaba que le contestara el saludo. Era igual a mi viejo, y él pensaba que era mi viejo, y esperaba que yo diera por entendido que era mi viejo, sin adn ni nada por el estilo. Para mí era un desconocido. Por eso me corrí cuando se acercó. Pasé por al lado suyo, abrí un vino y me puse a ver una película. Creo que acá a mi inconsciente se le hizo muy difícil: puedo llegar a comer cualquier cosa cuando me levanto. Después vinieron una serie de incongruencias, en las que yo no hacía lo que esperaban de mí, la casa no estaba hecha como yo esperaba, y las personas que vivían ahí (mi familia) se portaban con mucha más confianza de la que me parecía correcta. Sí, bueno, creo que nada que ver con los anteriores sueños.
El tema de las expectativas me empezó a parecer muy importante. Creo que el otro, y los otros, entran en consideración de uno por medio de las expectativas. Lo que otros esperan de mí, lo que yo espero de los otros, es clave para entender por qué hacemos lo que hacemos, cómo actuamos y vivimos juntos. Por eso, cumplir con las expectativas que tenemos por tener ciertos roles (dejar que un médico desconocido me examine cuando soy su paciente) o estamos en ciertos lugares (permanecer callado en un hospital) hace que nos podamos entender y llevar entre todos, de manera que muchas veces nos apropiamos de esas expectativas sociales y las hacemos metas personales: tengo que recibirme, espero casarme, vivir solo, tener hijos, tener plata, un departamento y un auto.
También nos permite hacer más ameno el día a día:  cuando estoy llegando a casa saco la llave que va a abrir mi casa. No me pregunto si realmente la va a abrir, si realmente es mi casa, simplemente lo hago y por suerte, todo funciona. Cuando me levanto bajo a desayunar, tomo algo en general caliente y como algo dulce, mientras leo el diario, porque eso es lo que todos esperan que haga (estén o no) y por lo tanto, lo que está "bien" hacer. No hace falta consultar todo cada vez que lo hacemos, la costumbre (y la expectativa de que ella se cumpla, en cosas tan básicas y sin sentido como tocar un botón en la puerta de una casa y que alguien salga a abrirte) funciona para la mayoría de las cosas que hacemos habitualmente
Jugar con esas expectativas es muy divertido, pero pueden traer muchos problemas. Darle a una persona x el asiento en el colectivo es algo inesperado, y cuando lo hacés, en general, te miran con desconfianza una vez que se dan cuenta de que no te vas a bajar, lo cual hace incómodo el ambiente en general. No cumplir con las expectativas incomoda no solo a quien lo sorprende lo inesperado, sino también al que actúa (incluso sabiéndolo) a contramano, con  sentimiento de culpa. La influencia de los otros se mete en la personalidad de uno, eso que creemos que es nuestro y que podemos controlar. 
Desconfiar de nuestras propias expectativas con las cosas, con las normas y con las otras personas se puede volver molesto para toda la situación, pero no deja de ser divertido para uno. Por ejemplo, pensar que somos Truman y que nuestra vida es un reality es productivo para nuestra creatividad, pero no recomendable para nuestra vida, ya que la paranoia nos volvería dementes. Sí, aceptemos que nuestros amigos son nuestros amigos porque sí, y no porque les pagan para que lo sean. Aceptemos y no nos preguntemos mucho por qué, cuando viene un auto negro con techo amarillo y una luz roja encendida, si le hago una seña, para y me lleva hasta donde yo diga.
Veo como algo muy positivo romper con las expectativas de vez en cuando. Muchas veces sorprende, marca diferencia y es visto como algo destacable. Otras veces, no hacer lo que se espera se pueden tornar negativo, produciendo aislamiento e incomprensión, se hagan de manera consciente o inconsciente. Sin embargo, como ejercicio, es muy bueno para desmitificar algunas normas y advertir muchas cosas que nosotros damos por sentado "porque son así", entender la estructura que las mantiene ahí y cuestionarnos para qué sirven, qué función cumplen. O simplemente para tenerlas un poco más en cuenta cuando hacemos algo. Pero es muy importante entender que 

jueves, 10 de febrero de 2011

M&M: Madagascar y Marx

Primero, a aclarar un par de cosas. Se me ocurrió  esto después de ver Madagascar por 3era vez, hace 2 meses. Se lo comenté a la persona que estaba al lado mío y me tiró un almohadonazo. La intención no es hacer nada serio, sino tirar puntas por si en algún momento quiero hacer algo serio, con conceptos y toda la bola.
Madagascar: un león y una cebra, amigos en un zooloógico de NY, terminan en Madagascar. Ahí la joda es que el león, Alex, tiene más hambre que el chabo y empieza a mirar a Marty, la cebra, con otros ojos. Los mismos que le pongo yo a una milanga. Al final, después de mucha locura, no se lo termina morfando, sino que lo reconoce como amigo y lo defiende.
Acá empieza la boludez: lo pensé en términos de nuestro amigo el Carlos. Marx, no Me*em. Objetivamente, un león se tiene que morfar a la cebra. Así es la vida. Pero no, en el micromundo del zoológico ubicado en el centro mundial del capitalismo, NY, estos dos bichos pueden ser amigos. Superestructura, ideología, que engaña al tanto a Marty como a Alex: en vez de tenerle miedo al otro o querer comérselo, se llevan bien. Cosa que objetivamente, naturalmente, no podría pasar.
Esto se ve en Madagascar, el opuesto a NY. Vida salvaje, esa que añoraba Marty. Ahí se ven los pingos y Alex toma conciencia de lo que es. Clase en sí y clase para sí, donde antes estaba Alex, la cara de su amigo divertida, esa cara que le tapaba la realidad, ahora hay un cacho de carne. Y reconociéndose carnívoro, se lo quiere comer. También Marty, al ver que su amigo en NY se lo quería morfar, dejó de reconocerlo como tal, corrió el manto de la amistad que tapaba lo que objetivamente era Alex, un león comebifes, y empezó a temerle. Perfecto, simple: NY, el capitalismo, representa a la superestructura que vela por sobre lo que realmente sucede.
Pero no, no tan rápido. Al final, como siempre desde Shakespeare, triunfan los buenos. La amistad es más fuerte, y no lo come. Comela Marx. La amistad, y no la condición objetiva de cada uno, es lo que prevalece. Pueden haber dos interpretaciones: la primera, que por más que sea un invento de un escritor inglés, ciertas instituciones artificiales puedan prevalecer en condiciones casi extremas. Carlitos falla, ningunea lo que puede crear en sí misma la ideología. Por otro lado, se puede ver, o cualquier trosco puede ver, que la toma de conciencia afloró ni bien se alejaron del centro neurálgico de capitalismo, y todas las fallas de este sistema saltaron. Y la amistad no es más que un engaño, ya que tapa las condiciones objetivas e impide la realización de Alex (comer) y de Marty (ser comido).
Prefiero algo más sincrético, como la solución de darle pescado al gato. Come lo que tiene que comer y además mantiene a su amigo fuera de su cuerpo. Todo obra del gran teórico Skipper, líder de los pingüinos.


miércoles, 2 de febrero de 2011

Análisis de las noticias de hoy.

"Opositores y seguidores de Mubarak se enfrentan en las calles de Egipto" nos da un pantallazo de la situación política de este país africano, que se acerca a una revolución hasta que llega el café con medialunas. Sí, dos de manteca por favor. Las masivas movilizaciones no se dan solo en Egipto, sino que Yemen y Jordania también tienen inconvenientes políticos, relativos a si es conveniente mojar la medialuna en el café estando en el trabajo. "No, no es conveniente" dicen los dictadores árabes, y uno tiene que comer por un lado y tomar por el otro. Por eso es que Mubarak decidió no postularse a la reelección, que tendría que ser algo así como rererererereelección. Por eso y porque Talcott Parsons sostiene, desde atrás del expediente iniciado por Álvaro Esteban Criado que los problemas funcionales de los sistemas y subsistemas son los que conciernen a las condiciones de mantenimiento y de desarrollo del intercambio con el ambiente. Álvaro Esteban Criado vino por primera vez el 7 de octubre de 2008, y sostiene todo lo que dice Parsons, y algunas cosas de Weber y Shutz. Juan Pablo Piccardo, Ministro de Ambiente y Espacio Público en 2009, aceptó su renovación de concesión, y eso que se le había acabado el café y tuvo que empezar a tomar agua, fría por suerte. Agua, ir a buscar el tóner que la impresora pedía, y volver, revisar su celular y Parsons. Ah, y la ropa que Mubarak pidió para sus trabajadores. Son todos gordos y pidieron remeras muy chicas, lo mandé de vuelta. Ay, estos egipcios, están en cualquiera.
Siguiente nota. No el spam de Proyecto Sur. "Tras la declaración del testigo reservado, excavan para buscar a Julio López". Qué ganas de leer la Barcelona para ver que opine. Sería genial, o no tanto, que aparezca. Genial porque sería un desaparecido menos; no tanto porque sería uno menos en general. Mientras, Etchecolatz la tiene más adentro que nunca. Mubarak todavía no, la banca el pibe. Sí, seguro porque no se terminó su segundo desayuno y no se está quedando dormido. Pero no tiene internet, y yo sí, ahí le gano. Y nadie pide que renuncie, por ahora. Tendría que ir a fijarme a la ventana. No, no hay nadie. Bueno, sí, hay mucha gente, pero todos están muy tranquilos, y ni los veo. A fin de cuentas, estoy en una especie de inmobiliaria.
Al final no dije nada personal de Egipto. Y no, porque no tengo idea, es una cosa nueva, no voy a opinar de algo que no sé. Puedo opinar de Zidan y de Mido, que los vi jugar, nada más. Y de Zaki. Y hasta por ahí nomás.
Dos notas en casi 20 minutos. El diario es larguísimo. Mejor me concentro con Parsons y Criado, que va a tener que venir la semana que viene.

martes, 1 de febrero de 2011

Baldosas.

Hoy decidí salir a correr. En realidad, no fue hoy, empezó en la semana, y hoy pasó. Volver al barrio, al parque Chacabuco (estación Emilio Mitre de la E)(La E, la que termina en Bolívar)(Sí, sigue después de Av. la Plata). Me calcé los lentes, esos lindos que vengo usando últimamente. Y bueno, hay que esparcir facha por ahí.
Salí muy tranquilo, aunque tendría que haber sido un poco más emocionante volver al barrio. Me ayudó hacerme el superado, poner cara de serio. Al rato me perdí en la mía, pensando en cualquier cosa, pero siempre muy arriba y muy atrás. Con el primer tropezón, decidí volver a tierra, lo cual  se me está haciendo extremadamente difícil. Para poder hacerlo, tenía que mencionar qué estaba pisando en ese instante. Así (baldosa, baldosa, baldosa) pude seguir, pero solo por un rato.
Primero, una familia baldosa que caminaba hacia la calesita, que estaba cerrada y acorralada por un grupo de señoras/viejas que iban a la iglesia a bendecir rosarios para sus nietos que jugaban un espectacular fútbol baldosa. Tuve que dejar de correr y sentarme a verlos mientras de fondo se escuchaba reggaetón, que salía de algún celular. Los triciclos, los pibes, las cervezas, los cochecitos, las bicis, la miniferia eran todas baldosas, baldosas que no tienen nada que ver con lo que me pasaba a mí, pero que estaban ahí y eran baldosas. Indirectamente, siempre tenía en cuenta a las baldosas, pero demasiado indirectamente, lo cual es ridículo, porque justamente están ahí y yo acá, pero con mucha distancia real en el medio. ¿Cómo hice para alejarme tanto de las baldosas? ¿Tiene sentido hacerlo?
Sonreí, sin dejar de correr. Nunca había dejado de correr, en realidad. Todo pasó, como siempre, lejos de las (baldosa, baldosa, baldosa). Corrí lo pautado conmigo mismo, escuchando música preseleccionada.Volví, me bañé, comí. Es claro que me sobra barrio. Me sobran barrios, me falta un poco más del mío.

sábado, 22 de enero de 2011

Vacaciones: ¡Hola Chetos!

Es gracioso, incluso irónico. Mis vacaciones terminaron físicamente en Punta del Este (no es Uruguay eso), lo cual excede cualquier mínimo análisis. Es el título del blog: "Diario de caretaje". Aguante el poder popular, pero mientras yo me recluyo en un búnker hiper cheto y burgués. Sin embargo, no mayores problemas de conciencia. Fue tan fácil como no pensar. Sí, eso, no pensar. La vida en PDE te entretiene, te da opciones. ¿Por qué rechazarlas? Qué comer, qué hacer en la playa, qué libro cargo al kindle, qué cd escucho en el ipod, qué hacer a la noche: qué asco. Sí, ahora digo "qué asco", pero en el momento, la pasé genial. La costumbre (otra rival a vencer este año) me pistoteó bastante, me ganó y me dejó descansar. Supongo que eso, parar la pelota un milisegundo antes de volver a patearla para arriba, es la conclusión y la función que cumplió la estadía en PDE. Habrá que ver cuánto dura.
Una semana antes de ir en Bu-bu-bu-buquebús mientras elegía perfumes importados, fui a Córdoba. Por suerte otra fue la historia. Ahí moví un poco más las cachas mentales, para otros lados, a la vez que descansé y conocí muchos lugares. El estilo de vacaciones que se había planteado también me vino genial.
"Hola chetos" dijo Charly antes de tocar en el Conrad. Supongo que la idea es esa: identificarlos, identificarse, y  asumirlo con humor (por ahora, es una buena alternativa)
Muchas veces me pasó. En la ducha pierdo noción de todo lo que me rodea. No hay tiempo, no hay casa, no hay olor a comida, no hay cosas por hacer.
Lo que sí tengo es la posibilidad de cerrar los ojos. Y ver cosas que pasaron, que podrían haber pasado y que incluso podrían estar pasando. Sean cosas mejores o peores, se solucionan con abrir los ojos y cerrar la ducha en simultáneo (cuando algo se abre, otra cosa se tiene que cerrar). Listo, entro al mundo.
Es peor cuando cierro los ojos y veo lo que está pasando. Cuán lejos estoy de lo que hubiera querido. De lo que esperaba, proyectaba para esta altura de mi vida. Y eso no se arregla abriendo los ojos, ni cerrando canillas. Tampoco cerrando ojos y dejando que goteen otras canillas -sí, lo probé, y no funcionó.