jueves, 2 de agosto de 2012

Y era esa la sensación que había buscado toda la noche. La de correr y además sentir que te movés. La de jugar la final del mundo con alguien al lado que se separaba de las sábanas para irse a bañar. La de dejar de entender lo que pasa simplemente porque no necesitás entenderlo. Un cambio de escenario es eso. La casa del campo que no se parece a la casa del campo aunque sabés que lo es. La búsqueda de la hamaca paraguaya, que está más lejos de lo que pensabas. El ¿olor? a asado, al humo, al truco, al vino y a las charlas del clima y del viento. Y alguien que ocupa tu hamaca a la hora de la siesta. Alguien que no sabés quien es, y está ahí. Que se balancea con un pie contra el alambrado. Una persona que sin duda va a aclarar todo, y Good Day Sunshine. No, no puede ser. Sí, tengo algo para reírme. No, te juro que no. Que hamaca.   Pero ellos insisten con lo de Good Day Sunshine para arrancarme de eso, de la hamaca, del campo, del viento, del asado que ahora es Beatles, frío y techo. Good Day las pelotas. La negociación con los Beatles termina en un tiempo adicional de 5 minutos. Victoria del campo popular. Pero el campo no vuelve, sino que queda en la nada. Y otra vez con la movida de quemarse los pies cuando tocás el suelo. Y entonces es estufa, es sábana y almohada, es ver la temperatura, es calzarse, abrigarse para que después sea agua caliente y jabón. Es olvidarse por completo de la hamaca. Toalla, ropa, el gas, el fuego, el agua. La suba de los peajes, la inflación que quieren entrar por alguna parte pero no (mejor no hablar de ciertas cosas). Son la  nuevas incorporaciones de Almagro, del préstamos del pibe este que anda bien, para que sume unos minutos. Y muy bien el básquet, la verdad que andan bien los viejitos. ¿No, Pa?. Me devuelve una tostada y una sonrisa (¡cuánto vale esa pareja a esta hora!) que lejos están de ser una hamaca, un asado, una sábana, una almohada, un Good Day Sunshine, una máquina del tiempo, un domingo de lluvia. Pero que alcanzan y sobran para hacer frente al día y sí, la verdad que el básquet anda bien, pero los rusos y andá a terminar de cambiarte que se hace tarde. Pero los rusos y el frío y que hoy no vuelvo hasta tarde, pero cómo, me sacude con un alfajor mi madre, a vos te parece, todo el día callejeando. Y ahora, con tostadas y alfajores pienso que de 17 a 17 25 tengo un tiempito para ir Avenida La Plata y volver a Boedo. Y creo que me queda tiempo para ir a la Casa Rosada a ver si me encuentro con alguien para tomarla. Pero es tarde, porque vuelve a ser todo escaleras, mochilas, hojas, cosas, ropa, hojas, cosas y eso que no encuentro, indispensable para salir al mundo. Pero qué puede ser tan importante, que ya es tarde. Y es él  que deja de roncar para venir a  pararse al lado mío. Creo que no es tan necesario eso tan importante, porque ya no entra en el torbellino de mochilas, cepillos de dientes, comidas y abrigos que me envuelve, porque de otra forma no puedo salir, salir esperando que todo vuelva a ser hamacas rápido. O que alguna vez realmente lo sea.