sábado, 22 de enero de 2011

Muchas veces me pasó. En la ducha pierdo noción de todo lo que me rodea. No hay tiempo, no hay casa, no hay olor a comida, no hay cosas por hacer.
Lo que sí tengo es la posibilidad de cerrar los ojos. Y ver cosas que pasaron, que podrían haber pasado y que incluso podrían estar pasando. Sean cosas mejores o peores, se solucionan con abrir los ojos y cerrar la ducha en simultáneo (cuando algo se abre, otra cosa se tiene que cerrar). Listo, entro al mundo.
Es peor cuando cierro los ojos y veo lo que está pasando. Cuán lejos estoy de lo que hubiera querido. De lo que esperaba, proyectaba para esta altura de mi vida. Y eso no se arregla abriendo los ojos, ni cerrando canillas. Tampoco cerrando ojos y dejando que goteen otras canillas -sí, lo probé, y no funcionó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario